Hace pocos días, el juez que investiga la desaparición y la muerte de Marta del Castillo, ha dictado un auto de juicio oral contra los cuatro acusados. En Sevilla, desde enero de 2009, raro es el día que de una u otra manera no salga el caso, raro es el día que la prensa no da noticias sobre el proceso. Sabemos del dolor de su familia por prensa, radio y tv. Miles de personas se han movilizado pidiendo justicia. Todos queremos saber donde está su cuerpo. El auto imputa al asesino confeso un delito contra la integridad moral de los padres de Marta porque junto al silencio de los demás acusados, ha creado en los padres "una situación de angustia permanente" y un "desmesurado sufrimiento" pues el "duelo o sentimiento subjetivo no ha podido evolucionar por su discurrir natural". Todos queremos saber donde está su cuerpo "para que no queden impunes los asesinatos y violaciones" cometidos en España, pues "es intolerable lo que está pasando y causa vergüenza nacional que estos indeseables -en relación a los imputados en el caso- se estén burlando de todo un pueblo". Todos queremos saber donde está su cuerpo, porque es de justicia, incluso el gobierno: El subdelegado del Gobierno central en Sevilla, Faustino Valdés, ha asegurado a los padres de Marta del Castillo que la búsqueda del cadáver de la menor "seguirá sin límite de tiempo y de dinero".
Todos queremos que se haga justicia con nuestros seres queridos, todos queremos saber donde están sus cuerpos, todos queremos darle, cristiana o no, una sepultura digna. Todos sabemos que es justo y necesario. Todos.... menos unos cuantos que, defendiendo lo intolerable en una sociedad democrática, prefieren la impunidad y el olvido de la infamia a la justicia.
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