miércoles, 27 de enero de 2010

Tenemos que acabar con todos los burkas...y todos los sofismas.

Hasta finales de los años setenta la sociedad española fue represiva y dictatorial. La dictadura sometía a todos, hombres y mujeres, aunque además, las mujeres eran consideradas como menores dependientes del padre o del marido. Los valores venían dado por una obligada moral católica, por la familia tradicional patriarcal o matriarcal, según los casos y por el poder fascista de una dictadura, de la que participaban hombres y mujeres y que sometía tanto a hombres como a mujeres. Hoy, gracias a muchos, hemos llegado hasta aquí. Hoy en nuestra sociedad las mujeres no estamos subordinadas a nadie. Nuestros hijos y nuestras hijas tienen los mismos derechos y deberes amparados por nuestra Constitución. Yo, nunca he tenido la necesidad, como mujer, de reivindicar la igualdad con el hombre, por la sencilla razón de que, como ser humano, no me considero ni inferior, ni superior, sólo somos distintos, nuestro sexo es distinto, y eso es así. Sin embargo, he tenido que luchar por reivindicar derechos sociales, políticos y económicos, igual que muchas otras personas, hombres y mujeres. Tal vez la igualdad o desigualdad no dependa tanto del hombre como individuo; probablemente dependa más del lugar en donde has nacido, de la parte de este mundo que te ha tocado, a que clase social pertenezcas y cuanto guardas en tu cuenta corriente. Yo soy mujer, se de donde vengo y quienes son los míos. Soy de familia de trabajadores. Mi ideología es socialista, más bien del socialismo originario(el de hoy conserva poco de ésto) Mi pensamiento no está hipotecado ni condicionado a nadie. Me siento libre para pensar, y para decir que no me identifico con los dictados y los discursos del feminismo actual, que oficialmente nos invade, aunque para ser justos deberíamos decir hembrismo, en contraposición con lo que algunas llaman neo-machismo. Me preocupa ver como se expedienta a las personas que desde su posición y su manera de pensar, opinan libremente. No se contraponen ideas, no se debate para llegar a unas conclusiones justas; porque aquí nadie tiene la verdad absoluta, ¿o a lo peor si? Creo que hoy por hoy, el hombre no tiene miedo a la igualdad, sino a la discriminación positiva, a que no se cumple la Constitución cuando dice que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda haber discriminación alguna por razón del sexo. El neo-feminismo oficial no es sinónimo de igualdad entre hombres y mujeres. Por desgracia, a veces en el entorno individual, familiar... se producen conflictos que desencadenan mucha agresividad y violencia con el resultado de muerte. Cualquiera que tenga corazón siente estas muertes. Cualquiera que tenga corazón y un poco de inteligencia, se da cuenta de que la violencia y la agresividad no es monopolio del hombre, que hay muchas clases de agresores y de víctimas: mujeres, hombres, niños, ancianos.. Para nada justifico la violencia ni la agresión, en absoluto. Si alguien comete un delito, que pague por ello, pero con hechos probados y no por acusaciones interesadas o preventivas.

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